Ya tengo las llaves de mi nuevo piso. Dentro de una semana me mudo. Dejo La Boquería, dejo la vida de cara al mercado y al turismo atroz. Me voy a una calle que tiene nombre de médico, y esto, para un escritor hipocondríaco es algo bueno. Vivir cerca de un médico siempre sienta bien. Juan Ramón Jiménez vivía al lado de su médico, claro que Juan Ramón Jiménez estaba mal de la perola. Ése sí que era un hipocondríaco de verdad. Y bueno, James Joyce, otro que tal baila, estaba obsesionado con las deposiciones. Con las caquitas. Le preguntaba a su amante qué tal había cagado hoy, ¿qué tal has hecho caca amor?. Luego escribiendo obras maestras se les perdonaba todo. Imagino que Juan Ramón Jiménez cuidaría mucho su alimentación. James Joyce creo que algo menos.

Hoy, en todo el día, he comido dos magdalenas, una tosta de queso de cabra con tomate seco y un platito de huevos rotos. He bebido dos tazas de leche de soja con chocolate, cervezas, un café descafeinado con leche, y agua. Ésos han sido todos los alimentos que he ingerido hoy. Ahora mismo tengo más hambre que dios talento como diría mi amigo Maxi. No sé qué mierdas significa tener más hambre que dios talento, pero la tengo. Antes de acostarme, beberé un vaso de leche de soja caliente con chocolate y más agua y unas pastillas de levadura de cerveza que dice mi amiga Isabel Bono que con eso te salen músculos en el cerebro. Comer poco no me sienta mal. Me hace ver las cosas con lucidez. También me he tomado un lexatin, pero creo que esto no cuenta como alimento.
Hoy he estado viendo una exposición de fotografía documental en el cccb. He ido porque hay que ir, uno no puede ser escritor y ser moderno y faltar a las exposiciones. Había cola. Mucho moderno culto de Barcelona va a las mismas exposiciones que yo. Vamos todos juntos, somos una familia que se mueve en bicicleta y monopatín por el borne y leemos coolmagazine para estar al tanto de todo. Justo antes de ir, hablaba con una amiga de la vida, nuestra vida, qué desastre, queremos huir, cambiar, queremos romper con todo, no nos gusta lo que hacemos, no nos gusta lo que vemos, pero nos quedamos quietos, hay que salir de aquí, la vida es otra cosa ¿no? sabemos que la vida es otra cosa, lo hemos visto, nos lo han contado. Luego, voy corriendo a la exposición del cccb, y entonces veo, efectivamente, que la vida es otra cosa, que en Palestina caen como moscas, que el tsunami, que la guerra, que el dolor, que las putas que dicen que ni de coña tienen sida.
Pero de verdad, qué coñazo de Boquería y qué coñazo de ramblas. Menos mal que me mudo dentro de una semanita.
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