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Escribo sin pensar, como dicen los expertos que hay que hacer para desbloquear, para abrir las compuertas. Abro las compuertas, escribo, escucho Moby a las 7 de la mañana mientras desbloqueo la mente, las manos, las ganas que no tengo de escribir, la nada que no tengo que decir.
Desde que me mudé al nuevo piso, he dejado de ver el sol o el cielo por las mañanas, cuando me ducho tengo frío, no veo la tele, no he visto la tele desde el 15 de diciembre. No funciona la antena.
Para un poeta posmoderno, para un poeta de su tiempo, post-posmoderno tal vez, un poeta hijo del terrorismo y del pan de barra y la soja transgénica, no ver la tele es negar lo que uno es, negar lo que uno ha escrito todos estos años, entre pastilas y polvos y ganas de morirse, ya no veo el sol he dicho, ya no puedo poner la tele y ver siempre los mismos capítulos de Dos hombres y medio al llegar del trabajo, Dos hombres y medio, American Dad, Los Simpsons, tres horas frente a la tele, todas las tardes, de lunes a sábado, mientras meriendo-ceno y le hago fotos a mi merienda-cena.
¿Por eso no escribo desde hace tiempo? no, pero puede influir. Cambiar las costumbres más arraigadas es algo que puede descolocar, que puede producir urticarias, brotes de dermatitis seborreica, puede generar eso que llaman bloqueo de escritor, eso que llaman crisis, eso que llaman depresión, eso que llaman no le encuentro sentido a la vida, vámonos a urgencias.
Vale, vámonos.
Lo bueno de no ver la tele, es que ahora solo veo películas, estoy tan acostumbrado a comer con la tele encendida que cojo un dvd cualquiera y lo pongo mientras como, mientras meriendo-ceno, aprovecho y lo veo en versión original y así al menos tengo la sensación de estar practicando inglés, imagino que escuchar dos horas al día a unos señores hablando en inglés irá reblandeciendo mi corteza cerebral, mi oído interno, empezaré a captar palabras poco a poco, así que veo películas todos los días, tengo la misma sensación de pérdida de tiempo que antes, pero al menos, pierdo el tiempo en inglés, que es más posmoderno, o post-posmoderno.
Pero no escribo porque sencillamente estoy en crisis. No está bien decirlo así, estoy en crisis, tan abiertamente, estoy en crisis, sino que hay que mostrarlo, eso dicen los manuales de escritura, no lo digas, muéstralo, estoy en crisis.
Al menos he dejado los lácteos definitivamente, no pruebo absolutamente nada que tenga que ver con la leche de vaca, cabra u oveja, salvo cuando como nueces compradas en el Día que dicen que pueden contener trazas de otros frutos secos o sólidos lácteos. Tócate los huevos. Sólidos lácteos con las nueces. Puto supermercado Día de los cojones.
Por suerte, frente a mi portal, hay un supermercado Veritas, donde todo es de agricultura ecológica, absolutamente todo. Así que ahora lo compro todo en este supermercado, crema de verduras, crema de lentejas, magdalenas, pan, huevos, nueces, pimientos del piquillo. Es bastante caro, el doble de caro que comprar en Carrefour o en Día, pero todo es ecológico, todo es sano, y ya he dicho aquí alguna vez que en la comida no hay que ahorrar. Ahora, cuando me cruzo con alguien que lleva una bolsa de Carrefour llena de alimentos transgénicos y hormonados, pienso, pobre desgraciado, qué pronto vas a morir.
En serio, me pongo moralista, pero hay que volver a lo ecológico, hay que volver a lo imperfecto. Necesitamos tomates de verdad, feos, con manchas, sabrosos. Para salir de mi crisis creativa intento comer mejor, pero no siempre lo consigo.
En fin.
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